Hablar del mexicano es complicado porque al hacerlo es uno mismo quien se autoevalúa, México es, en la actualidad, un país lleno de contrastes, un país pluricultural, territorialmente diverso y con diferencias poblacionales altamente marcadas, atormentado en la mayoría de los Estados por la violencia y la miseria; en los estudios que se han realizado de la tipología del mexicano se contemplan factores generalizables que tienden a dar una explicación objetiva, hasta donde las limitantes y atavismos permiten, tratando al mexicano como si fuera una sola persona, no perdamos de vista que en muchas ocasiones se nos ha impuesto un modelo acorde a las necesidades institucionales, que sirve para describir lo mejor posible a la nación donde vivimos, de la que algunos se preocupan, pero que está inmersa en un nacionalismo metafórico que no hace sino voltear hacía dos escenarios: 1) compuesto por el mundo antiguo autóctono, prehispánico y 2) el mundo colonial, cristiano y actual. Lo que es un hecho es la necesidad de dilucidar que nuestro origen es el génesis y punto de partida de todo estudio; no podemos entendernos si no verificamos las raíces que dan origen a este árbol del cual nos constituimos como ramas, que al analizarlas pueden convertirse en las causantes de la esterilización de las futuras generaciones, que en un deseo producido por los ideales, deben consolidar los lazos de identidad confianza y solidez que anhelamos en nuestro innegable complejo de inferioridad, al resaltar el idealismo por sobre cualquier otra postura.
La pregunta que nos hacemos en esta parte de estudio es ¿Qué es lo que estructura el comportamiento de los mexicanos? Existen en realidad pocos estudios al respecto. Y quienes se han consolidado en este afán por darle explicación a nuestro comportamiento, desde luego intentado encuadrar desde diversas áreas del conocimiento la conducta del mexicano, son los muy renombrados y también clásicos: Samuel Ramos con su Perfil del Hombre y la Cultura en México, Octavio Paz El Laberinto de la Soledad y Posdata; Santiago Ramírez Motivaciones Psicológicas del Mexicano, se unen los de Rogelio Díaz Guerrrero Psicología del Mexicano y Roger Bartra La Jaula de la Melancolía.
Si en Samuel Ramos es el complejo de inferioridad lo que estructura el comportamiento, aunado a la imitación mecánica y a la autodenigración, en Octavio Paz es el sentimiento de soledad que nos inunda y lleva confusamente a tratar de salir de ella a través de la simulación y el ocultamiento de nuestras personalidades tras una máscara, hermética y silenciosa. En Santiago Ramírez es la estructura familiar (poco padre, mucha madre y demasiados hermanos); así como la fuerte presencia de los preceptos religiosos, el alcoholismo y el machismo. Rogelio Díaz Guerrero construye una tipología del mexicano en donde estandariza a la sociedad mexicana en cuatro categorizaciones; y Roger Bartra quien denuncia que de todo lo anteriormente enunciado se ha valido la clase dirigente para mitificar el sentido del mexicano y volverlo un ente dócil y pasivo.
A partir de estos estudios, sabemos que somos seres con complejo de inferioridad y solos, donde nuestra respuesta es una actitud defensiva y, las más de las veces autodenigratoria; agredimos para que no nos sorprendan o para no vernos defraudados. Tenemos un enfoque religioso equivocado y festejamos cuanto se nos ocurre. Tenemos, por lo menos 10 días al año declarados feriados nacionales y en los que, por supuesto, no trabajamos, ni asistimos a la escuela; pero además tenemos las fiestas locales y los festejos de los santos patronos. Desgraciadamente, en México pasamos del festejo a la sangre, como dijera Octavio Paz "El país entero reza, grita, come, se emborracha y mata en honor de la Virgen de Guadalupe o del general Zaragoza".
Todos estos elementos van conformando nuestra cultura, eso que definimos como un conjunto coordinado de maneras de pensar, actuar y sentir, que nos identifica como colectivo. En este tenor culturalmente, cuando por lo regular se dan las características del mexicano, en general escuchamos aspectos negativos. Acertadamente Roger Bartra dice que se "ha inventado a un mexicano que es la metáfora del subdesarrollo permanente, la imagen del progreso frustrado". Los autores señalados nos muestran como una mezcla entre el indio estereotipado por nosotros y aceptado por la comunidad internacional, en donde nuestras virtudes no son otra que el adormilamiento y la apatía que nos hace estar recargados en un nopal, con jorongo, huaraches y sombrero; sí a este detalle le sumamos la visión que se tiene sobre el pelado mestizo de la ciudad, alburero, tramposo y fiestero, tenemos una mezcla interesante que pasa una línea psicológica de melancolía, desidia, fatalidad, inferioridad, violencia, sentimentalismo, resentimiento, evasión, etc. La imagen que nos presentan es mala y deplorable, superlativizada de defectos de lo que nos hace menos, de lo que nos impide tener identidad; sin embargo objetivamente el verse dogmatista ante las posturas planteadas, nos convertiría en nuestros verdugos, pues dentro de los estratos sociales y las diferencias existentes no cesamos de denunciar los males a los que estamos expuestos y al hacerlo nos hacemos como dice Ramos unos “pedantes” que lo único que hacen es ocultar un complejo de inferioridad también manifiesto por nuestra cultura.
Lo que se puede observar es que para explicar lo que somos debemos tomar en cuenta que desde el encuentro cultural entre México y España, ha habido una especie de negación de nosotros mismos, debido a que los españoles vinieron e impusieron no sólo su cultura sino también la religión; en el mexicano se percibe una especie de rebeldía, por una parte se niega todo lo que es impuesto, y por la otra se niega a sus orígenes, se niega a aceptar su sangre indígena. A lo largo de la historia del país muchos acontecimientos demuestran la lucha del mexicano por liberarse de sus raíces.
Todo esto hace suponer que al mexicano le hace falta algo, por ello busca desesperadamente ese algo. Y lo cierto es que le hace falta una plena identidad, y en su búsqueda se pierde y toma posturas y actitudes lejanas a su naturaleza. Así, vemos que la juventud e incluso la sociedad en general toma estereotipos extranjeros, que tienen su antecedente en un intento de mimetizarse, de imitar lo que nos parece bueno, lo que otrora fuera Europa y el antecedente de la invención de América, a partir de la tercera década del siglo pasado se transforma en un intento derivado de la envidia, de lo que no se puede poseer, codiciamos lo que vemos, lo que está más cerca de nuestra nación, así nuestros ojos se han desviado del modo de vida europeizante y aterrizamos en Estados Unidos de América; al centrar nuestra imitación en ellos divagamos en el pensamiento mágico que de esta manera estamos teniendo un mejor modo de vida, haciéndolos nuestro modelo, al que imitamos y al que aspiramos ser hoy en día.
No perdamos de vista que se ha estudiado al mexicano a través de la generalidad, de esta manera no podemos olvidar que en los procesos de aculturación del ser humano es él quien se adapta a la naturaleza y a la cultura debido a sus medio físicos, psicológicos y sociales, la personalidad de un sujeto resulta de su herencia biológica y su historia personal, diferencias nacionales y raciales. México depende de igual manera de estos factores, pero nuestras raíces son más disímiles, antes de la llegada de los españoles nuestra forma de organización era una autoritarismo teocrático, en donde de manera pragmática funcionaba un entramado social bien organizado. En el México prehispánico la noción del ser y estar se observaba como parte de una sencilla unión de elementos: sol, luna, agua, tierra, representados por sus respectivos dioses. Los dioses, naturaleza y humanos consistían un todo, que funcionaba excelente, la ambivalencia no era compleja sino consistía también en el todo. Lo anterior era parte de la estructura social que imperaba a México-Tenochtitlán, una compleja pero funcional estructura donde incluso los viejos eran tomados en cuenta como productivos al destinárseles comisiones como casamenteros (tecihuatlanque, o pedidores de mujeres), consejeros de los jóvenes o servidores en los templos. Respecto a los hombres y mujeres “había una clara diferenciación sexual: cada sexo tenía su lugar específico y sus actividades específicas (...) Ni ellos, ni ellas podían acceder a los lugares destinados a los otros (...) Afirmo que esta diferenciación estaba basada en la concepción general de universo y de las funciones que a cada uno le corresponde ocupar por el simple hecho de haber nacido hombre o mujer, más no en la superioridad de lo masculino sobre lo femenino”.(Landa de Pérez Cano, Concepción, La mujer antes, durante y después de la conquista, México, Gobierno del estado de Puebla, 1992).
Del otro lado observamos características diferentes pues el español consideraba a la mujer como un objeto, sin voz ni voto, sin derecho a la educación. Obviamente al recibir a las siete doncellas de los caciques, que ellos mismos le dieron para ser sus hermanos no las vieron como extensión de su especie y unión de dos culturas, sino como objetos, como parte de un tesoro que merecían por haber sido tan valientes para llegar a esas lejanas e inhóspitas tierras. Al considerarlas un objeto, no tuvo remordimiento alguno cuando violó a las mujeres de los naturales, despojando así del honor que debían cuidar estas mujeres, convirtiéndolas de esposas a ahuianis (prostitutas). Esto causó conmoción a los hombres de México que ya no vieron a la pareja fiel, que guarda su honra, sino a una aliada (sin consentimiento de ella) de los españoles. Imaginemos esto: si yo confiaba en mi mujer, y éramos un equipo, ahora que me ha traicionado, me siento culpable por haber confiado en ella. Por ello no debo de confiar en una mujer, ni en la mujer de mi amigo, ni tampoco en mi amigo porque tal vez también abuse de mi mujer. Este es un miedo legado de la conquista, entre los muchos existentes.
Otros de de gran trascendencia y que definitivamente explica con singular magistratura Ramos son: 1) autodenigración, porque no hay un sentimiento de pertenencia para ninguna de las dos culturas, el mexicano no es ni de aquí ni de allá, esta característica, necesariamente lo lleva a un sentido de inferioridad. 2) imitación, que como ya vimos, tiene su consecuencia, en lo que podemos observar en la juventud de hoy, un deseo desmedido por pertenecer a una aldea global y específicamente a Norteamérica que con su transculturización nos ha impuesto un estilo de vida, que ha dañado el poco sentido de pertenencia con el que contaban los mexicanos, desde luego transformado en una fusión aceptada y que comúnmente observamos y entendemos bajo en nombre de costumbres y valores mexicanos; la consecuencia lógica es que cada vez estamos más transculturizados, en el lenguaje, los alimentos, la forma de vestir, en los gustos artísticos, arquitectónicos, en fin, que cada vez con mayor intensidad deseamos el modo de vida “americano”.
Lo real es que los cambios vertiginosos nos obligan a buscar un antecedente que nos facilite el entendimiento del por qué somos como somos, no podemos emplear la tabula rasa que se sostenía el siglo pasado en donde surgió el pensamiento de los flamantes Ramos y Paz, pues hemos dejado de ser un país rural para transformarnos en ciudadanos cada día más industrializados, en consumidores voraces. Somos un país de más de cien millones de mexicanos con profundas desigualdades; pero en un afán de entendernos un poco más podemos sacar de los estudios realizados características más o menos estandarizadas que nos ayuden a entender al mexicano en su aspecto cultural.
CARACTERÍSTICAS COMUNES DE LOS MEXICANOS:
Sobrevalora todo extranjero, se apoya en las influencias porque siente no valer sobre sí mismo, entre otras características: fanfarronea, es impuntual, amante de las antesala, queremos ser importantes, insubordinación, anarquía, miedo, envidia, despilfarro. Critica a los demás, abusa de diminutivos en cosas y personas, es altamente susceptible y practica muchísimas formas de corrupción que deja de ser un problema moral para convertirse en cultural, cada persona es lo que lo rodea y con base en ello toma sus decisiones, su personalidad la da su familia o ascendencia, los mexicanos ofrecen resistencia al trabajo. El mexicano padece una ambivalencia de identidad, experimenta temor, masoquismo, anonimato, es servilista, dócil, resignado. Es individualista y ejerce un patriarcado, las costumbres de los mexicanos refuerzan el valor de la familia, los mexicanos necesitamos que reconozcan nuestros esfuerzos. Nos escondemos en la ironía (a la selección nacional les decimos los ratones verdes), en el albur (la vida es un camote, agarre su derecha) y en el chiste (de todos sabores y de todos colores). Todas ellas como formas violentas para no mostrar nuestros afectos, para no rajarnos y que nos digan cobardes. En política el sentido paternalista está altamente arraigado a decir de Paz hoy en día el Estado mexicano es un monstruo generoso que regala prebendas a sus súbditos a cambio de cancelar sus libertades, lo irónico es que existe una complicidad tácita en donde los mexicanos toleramos y consentimos nuestras propias fatalidades.
En otro tenor no debemos perder de vista que todo comportamiento es un contrato psicológico, es decir, un convenio no escrito al interior del grupo, donde se establecen expectativas mutuas de acuerdo al rol que se desempeña. Como vemos, se van construyendo estereotipos de comportamiento: macho, resignado, violento, simulador; todo ello va produciendo, a su vez, un efecto que legitima y homogeniza, se construye un mito más, de los miles que tenemos, que sirve a la continuidad del orden establecido. Este mito define a los mexicanos como una persona que se mueve entre el salvajismo rural de los indios melancólicos y la agresividad artificial y alburera de los pelados de la ciudad. Y ante ello no hay nada que hacer, reza el nacionalismo oficial, así somos y ni modo, y por designio divino nos justificamos, bajo la idea de que no podemos ni debemos cambiar.
Nuestra psicología profunda, como mexicanos, está plagada de pensamientos mágicos (percepción que nos hace aislarnos de la realidad y que nos hacen permanecer en un espejismo inexistente, pero real para el que lo vive). La vida está llena de casualidades que reafirman el pensamiento mágico del mexicano. Así funcionan las profecías autocumplidas, características también en nuestra psicología. Estas consisten en pensamientos inconscientes repetitivos que crean un suceso. El mejor ejemplo de ellas son los horóscopos, que al predecir un evento logran que nuestro inconsciente cargue esas ideas y busque hacerlas realidad; Leo: hoy tendrás un día maravilloso, y leo lo tiene, por que necesitaba tenerlo, y además tenía el permiso para hacerlo. En resumen, si nuestra creencia es muy fuerte hacia algún acontecimiento, es posible que ocurra, no por fuerzas misteriosas, sino por nosotros mismos. Nosotros provocamos nuestros males, nuestras calamidades, nuestras desdichas.
Otro problema que afecta al mexicano de una manera preponderante es que no sabe trabajar en equipo, el mexicano no trabaja en equipos por el miedo a ser defraudado, de ser traicionado, de aceptar a alguien como compañero o compañera y que después lo avergüence. Por eso el mexicano es individualista, prefiere trabajar con él mismo a esperar la traición cuando trabaje con otro, este problema es visto como una limitante mayor, tanto en la vida laboral como en la vida escolar, pilares desde luego de suma importancia para el desarrollo de nuestro pueblo.
Problema fundamental en el mexicano es también su machismo y la visión del hombre hacia la mujer, lastre que lacera y nos encadena a una involución que es preocupante y atroz, la mujer en nuestro México ha figurado como una traidora a su pueblo, por lo que se han acuñado términos como malinchismo (el admirar, respetar y desear pertenecer a otra cultura), es la primera razón por las cuales el mexicano considera como inferior a las mujeres, ya que pueden traicionarlo, pueden venderlo. En esta lucha de superioridad de la mujer al aliarse con el enemigo y la inferioridad del hombre por no poder repeler a éste, se inicia una gran contradicción de la psicología del mexicano: el hombre es hijo de la mujer traidora, a la vez víctima (por haber sido violada), es un hijo no deseado, producto del enemigo. De lo anterior se origina la crisis de identidad que tiene el mexicano ¿quién soy? Aunque cada día la mujer deja el hogar para convertirse en un elemento clave de la economía del país, muchos mexicanos opinan que la mujer es "para la casa", ya que existe el miedo ancestral de que ella deje su sumisión y demuestre que puede hacer muchas de las tareas que son consideradas masculinas, enfrentando al varón con algo que ha rehuido hace siglos: encontrar su identidad mexicana.
El mexicano, es también, totalmente reservado en sus sentimientos, siempre se los guarda, porque siente que si llega a desahogar con alguien, ese alguien se va a aprovechar de la información que sabe, es decir, los mexicanos desquitan sus sentimientos a través de las fiestas, en éstas no podremos darnos cuenta que si una persona está mal o si realmente está contenta el mexicano, en cualquiera de sus clases sociales, tiene en mente, siempre, a la familia, y la religiosidad, decía Paz “la alegría disfraza la tristeza”.
Por último, resulta útil la visión crítica de Rogelio Díaz Guerrero en su Estudios de psicología del mexicano, al tipificar en cuatro grandes grupos a los mexicanos, que desde luego no constituye algo categorizante, pero que nos dan una idea desde el punto de vista conductualista lo que puede ser el mexicano:
a) MEXICANO PASIVO, OBEDIENTE AFILIATIVO (Tipo Más Común)
Familia mexicana más tradicional. Áreas rurales, provincias del centro y del sur Clases bajas (12 años, 15 años, adultez)
Poco rebeldes, conformes, disciplinados, conviven con la familia y amistades, control interno, obedientes, complacientes, y fuerte y bien integrado. Resultados académicos mediocres, poco impulsivos, ordenados, limpios, metódicos, pacientes, cautelosos, lentos, agradables. Difícilmente llegarán a tener un puesto de dirección, buscan protección de personas más poderosas que ellos. Si pierden la protección de la familia pueden sufrir un desequilibrio emocional.
b) MEXICANO REBELDE ACTIVAMENTE AUTOAFIRMATIVO
Clase media alta (12 años, 15 años, Adultez)
Se opone a la obediencia, dominante y agresivo, se enoja y no le importa lastimar, peleonero, tosco, controlador, autoritario, independiente, autónomo, individualista, autosuficiente, solitario
Inteligencia despierta, compulsivo, impaciente, audaz, desagradable, desaprobación de las reglas sociales, problemas emocionales y de ansiedad. Extremistas políticos, puestos gubernamentales, empresarios, ejecutivos, científicos. Obtienen éxito.
c) MEXICANO CON CONTROL INTERNO ACTIVO
Tienen los aspectos más positivos de la cultura mexicana
Familias acomodadas y pobres (12 años, 15 años, Adultez)
Libertad interna que le permite elegir para adoptar los mejores gajos de la cultura. Buen nivel académico. Estudiosos y capaces, afectuosos, afiliativos, complacientes, buenos, inteligentes, cumplidos, responsables, recursos internos para afrontar los problemas, aseados, sistemáticos, ordenados, poco impulsivos, poco temerarios, no son corruptos. Superioridad cognitiva, organizado, limpio, ordenado, autoafirmativo, poco ansioso, gran libertad interna, complace sin servilismo, prefieren estar en puestos de mando, ocupan posiciones altas en el campo profesional, les gusta la política honrada, honestos y modestos.
d) MEXICANO CON CONTROL INTERNO PASIVO
Tienen los aspectos más negativos de la cultura mexicana
Todas las clases sociales (12 años, 15 años, Adultez)
Descontrolados, agresivos, impulsivos, pesimistas, rebeldes, desobedientes, pocos éxitos académicos, enojones, no les importa lastimar, peleoneros, irritables, vengativos, toscos, desobedientes, ingobernables, desorganizados, descuidan su figura, convenencieros, dependientes, corruptos, Agresivos, impulsivos, desordenados, rebeldes, machos, pocos éxitos intelectuales, mentirosos, intentan ser líderes oportunistas, cínicos. Machos, frustrados, se burlan de los problemas en vez de afrontarlos, cínicos, irónicos, amargados, corruptos, mediocres a nivel profesional.