Aún recuerdo el día en que un amigo eventual me recomendó leer Las batallas en el desierto, era un día de primavera como los de ahora: frescos, con ese olor característico de tierra recién mojada por una lluvia escasa, que sólo despierta para refrescar la aridez de la tierra que se prepara a un tiempo de secas intenso; recuerdo que cuando escuché la historia sentí mucha curiosidad, que se vio saciada cuando compré la novela de José Emilio Pacheco. Tiempo después me enteré que es la novela más vendida en México y no es para menos, su historia te atrapa, te seduce y te hace revivir hechos de cuando eras niño, en un país donde todo parece que sigue igual o hasta un poco peor.
Esta es una novela que inicia ubicándonos en el tiempo: los años de Gobierno de Miguel Alemán (finales de la década de los 40´) y en un lugar: la ciudad de México, colonia Roma; la historia es Narrada por el personaje principal: Carlos el hijo de un empresario de jabones venido a menos por culpa de la introducción de los detergentes en polvo a nuestro país. Por la economía cada vez más difícil, Carlos es cambiado del Colegio México a una escuela pública cuyo patio es de un polvo rojizo, sin árboles (que lo asemejaban a un desierto), lugar donde se desencadenan las batallas en el desierto, árabes contra judíos, luchas de recreo que eran un reflejo de las peleas constantes vividas y movidas por la verdadera intolerancia y verdaderos prejuicios raciales que movía a estar en “guerra” continua. Un profesor de apellido Mondragón se oponía a la realización de esas batallas que se luchaban incansablemente, campañas interminables de las que los vencidos siempre buscaban venganza, que a pesar de múltiples intentos, nunca pudieron ser sofocadas.
Es en la “guerra” que Carlos conoce a Jim hijo de Mariana y amante de un funcionario que colabora en el Gobierno del Presidente Alemán. Un día, después de la escuela, Jim invita a Carlos a su casa, un departamento modesto, pero que tiene lujos como la sandwichera que sólo se conseguía en Estados Unidos, como las fotos de personalidades de la política mexicana, pero quizá la más grande joya era la propia Mariana, mujer de 28 años “fresca y hermosísima” de la que se enamora perdidamente Carlos.
Ese amor infantil, termina por revelarse en un acto singular, un día Carlos escapa de la escuela y busca a Mariana en su casa y le confiesa su amor, esto provoca problemas a todos, especialmente a Carlos que es llevado con un psiquiatra, acusado con el alto clero (el arzobispo monseñor Martínez) y cambiado de escuela, con la sentencia manifiesta de nunca más ver a esa mujer, acusada socialmente por su situación de amante y principal sospechosa de incitar menores. Otro de los acusados y sospechosos de “tan reprobable conducta” fue Héctor hermano de Carlos estudiante de la Universidad Nacional, de ideas libertarias y que tenía que ser encerrado en el sótano con llave para que no abusara sexualmente de las sirvientas.
El tiempo en la novela pasa y un día Carlos se encuentra a Rosales, uno de los alumnos más destacados del colegio, que termina vendiendo chicles en los tranvías, al platicar con él, se entera que Mariana había muerto el diagnóstico fue suicidó, pero todo mundo supo que días antes le gritoneo a su amante político “Discutieron por algo que ella le dijo de los robos del gobierno, de cómo se derrochaba el dinero arrebatado a los pobres. Al señor no le gustó que le alzara la voz allí delante de sus amigos poderosísimos: ministros, extranjeros millonarios, grandes socios de sus enjuagues, en fin. Y la abofeteó delante de todo mundo y le gritó que ella no tenía derecho a hablar de honradez porque era una puta.” Carlos al no creer lo que le dijo Rosales decide buscar de Mariana en su departamento, pero nadie sabía nada de ella ni de Jim, como esos secretos que es mejor no contar, secretos que son sepultados al ser demolidos esos edificios.
El libro termina en que Carlos nunca supo si Mariana se murió o si estaba con vida; finaliza sin que supiera nada de su pasado en sus días de las batallas en el desierto, como si esa parte del tiempo no hubiera existido o como si hubiera sido su invención. Este libro vale la pena de ser leído no sólo por que es muy cortito sino porque constituye un testimonio cultural, que deja entrever las desigualdades de un México en donde tristemente termina por sobreponerse el poder sobre la inteligencia y la represión sobre la paz social. Termino citando el estribillo de la canción Las batallas que Café Tacuba cantara al resumir este libro, después de ver esta realidad sólo me queda decirle a México: “Por alto que esté el cielo en el mundo… por hondo que sea el mar profundo… no habrá una barrera en el mundo… que mi amor profundo no rompa por ti…”
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